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  • miércoles, 9 de noviembre de 2016

    Los investigadores han excavado menos del 10% del yacimiento del Turuñuelo, pero ya sorprende por su riqueza y por algunos descubrimientos insólitos

    Semillas, platos, anzuelos, ‘bañeras’... de hace 2.500 años

     

     

    Una vasija asoma en una habitación del yacimiento del Turuñuelo, del siglo V antes de Cristo, en los alrededores de Mérida.

     

     

     

    Dos obreros colaboran con los arqueólogos del CSIC en la excavación del edificio de época tartésica más grande descubierto hasta ahora.

     

     

     

     La habitación principal, de 70 metros cuadrados, está dividida en tres ámbitos y su uso estaba claramente vinculado al culto, según los investigadores.

     

     

     

    Esta 'bañera' encontrada en la habitación principal, cuya función está aún por determinar, ha sido uno de los descubrimientos más sorprendentes.


     

     

     Este gran caldero de bronce es el único de este tipo hallado hasta ahora.

     

     

     

     En la parte de debajo de la imagen se puede ver un resto del marco de la puerta, de madera. Al fondo, el investigador del CSIC Sebastián Celestino.


     

     

    Una insólita parrilla de bronce ha aparecido en una de las habitaciones del Turuñuelo. 

     

     

    Semillas halladas en el interior del yacimiento.


     

     

    Un bocado de caballo de hierro de hace 2.500 años.


     

     

    Los arqueólogos encontraron juntos este inusual plato de cerámica de un solo asa, dos anzuelos

     

     

     

     Este palo metálico combina dos símbolos divinos (las palomas) y la piel de toro característica de la cultura tartésica.


     

     

    El santuario de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena, es otro de los grandes edificios tartésicos del siglo V antes de Cristo hallados en el Valle Medio del Guadiana. El edificio del Turuñuelo se calcula que es tres veces más grande.

     

     

    Entre los siglos VI y V antes de Cristo, tres edificios distintos se cionstruyeron uno sobre otro, a medida que el santuario necesitaba crecer. El altar, en la foto, siempre se mantenía en el mismo lugar.

     

     

     

    El santuario tenía a la vez una función comercial, pues ejercía una especie de supervisión sobre las transacciones que se hacían en el exterior.



    Cancho Romano es un yacimiento visitable. A su lado tiene un centro de interpretación en el que se puede ver, por ejemplo, esta maqueta del santuario.



     

     


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