Mientras en Egipto la atención mediática se centra en los misteriosos
espacios desconocidos de la Gran Pirámide y en la tumba de Tutankamón,
sin que acabe de hacerse luz sobre ellos, el paciente y a menudo
silencioso trabajo de los arqueólogos continúa en los yacimientos que se
extienden por todo el país. Esa labor meticulosa produce
descubrimientos que hacen avanzar el conocimiento científico del Antiguo
Egipto y a veces también hallazgos espectaculares. Es el caso del
enterramiento hallado por la misión que dirige la egiptóloga sevillana Myriam Seco en el yacimiento del templo funerario de Tutmosis III en la gran necrópolis tebana, en la orilla oeste del Nilo en Luxor.
En el exterior del muro perimetral del templo del poderoso faraón
guerrero (conocido como “el Napoleón egipcio”), en la zona sur, los
arqueólogos han excavado en un pozo de poca profundidad un nicho que
albergaba un sarcófago de madera en cuyo interior se encontraba la momia
dentro de un hermoso cartonaje antropomorfo, un ataúd de cartón
pintado. El sarcófago, atacado por las termitas, presentaba graves daños
en su parte central y no ha podido ser recuperado en su totalidad, ha
explicado a este diario desde Luxor Myriam Seco. Sin embargo, el
cartonaje “se encuentra en buen estado de conservación y permite
observar bellas imágenes dotadas de un impresionante colorido”.
Los científicos han identificado en el cartonaje y en los restos del
sarcófago el nombre y el título del personaje que fue enterrado: el
funcionario Amon Renef, Sirviente de la Casa Real. Estudios preliminares
sitúan el enterramiento a comienzos del Tercer Periodo Intermedio, en
torno a los siglos XI o X antes de Cristo.
Entre los elementos religiosos y simbólicos que presenta el ataúd de
cartonaje policromado figuran el disco solar y la cobra, las diosas
protectoras Isis y Neftis con las alas desplegadas, los cuatro hijos de
Horus, que custodiaban las vísceras del difunto, y halcones protectores
con las alas también desplegadas.
En cuanto a la momia, “la estudiaremos la semana próxima con escáner y
rayos X para identificar sus rasgos físicos y tratar de dilucidar la
causa de la muerte, así como determinar si lleva joyas y amuletos”. El
enterramiento no incluía más ajuar que el sarcófago de madera y el
cartonaje policromado.
El hallazgo se enmarca en la novena campaña de trabajos en el templo de Tutmosis III
que persigue el doble objetivo de rehabilitar el recinto –dejado de la
mano de Dios durante mucho tiempo- para hacerlo inteligible y mostrar su
esplendor original, y excavar el área, que está llena de tumbas de pozo
correspondientes a diferentes periodos.
“Sabíamos que el templo fue construido sobre una necrópolis anterior,
del Reino Medio, con gente de alto rango social”, ha explicado Seco.
“hace dos años encontramos otra necrópolis junto al muro norte,
correspondiente a gente humilde, también anterior a la edificación del
templo. Y al final de la temporada pasada, al oeste del recinto, dos
tumbas de época tardía. Ahora aparece esto, al sur, que demuestra que
una vez el templo quedó abandonado y en ruinas y se siguió usando como
necrópolis”.
El yacimiento, subraya Seco, ha demostrado, como se ve, poseer una
riqueza arqueológica extraordinaria, que abarca un arco cronológico
superior a los 1500 años y aporta materiales e informaciones de las
dinastías XI, XII, XVIII y XIX, así como de principios del Tercer
Periodo Intermedio y la Época Baja. La misión, fruto de la cooperación
entre el Ministerio de Antigüedades Egipcio y la Academia de Bellas
Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla, la financian la Fundación
Botín, el Banco de Santander, Cemex y Cajasol.
Sobre la situación actual en Luxor, Myriam Seco dice que parece
mejorar el turismo. “Se mueve algo, y hay más esperanza. Vemos pasar más
autocares”. En cuanto a las misteriosas cámaras secretas de la tumba de
Tutankamón –en el Valle de los Reyes, cerca de donde trabaja la
egiptóloga-, “no parece haber novedades, la investigación está
paralizada, pero dará que hablar”.
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